Poustis, Gladys
Estoy sólo, nadie me ve ni me escucha. Al abrir mis ojos veo miseria, hambre, enfermedad. Tengo heridas en mis pies, son la memoria de los más de 1000km que recorrieron mis antepasados para llegar a estas tierras, el frío y la lluvia aún azotan mi cara. Estoy parado en Avenida Zapiola, escucho que el Triunvirato extingue la reducción e igualan a los indios Quilmes con los demás ciudadanos. No entiendo.
De pronto, una mujer embarazada se acercó, se tomaba el vientre con las manos, la angustia se dibujaba en su cara. Vestía ropa muy pobre y estaba descalza, respiró profundo y me regaló una sonrisa. Un mapa estaba tatuado en su espalda, el mismo proyectaba imágenes que salían de sus escápulas, miedos, tierras heladas, luchas desiguales, un pueblo tratando de elegir, hombres dignos y traidores.
De sus senos agrietados escapaban gotas de esperanza para alimentar a millones de almas. Estaba a punto de parir un sueño, y la quise ayudar, al fin al cabo soy un ángel. Lloró al mirarme a los ojos, supe que era uno de sus grandes dolores, oí el canto de un pueblo que quiere paz e igualdad. Me pidió perdón, era la Patria.