Chalco Vargas, Dante
La vida fue normal para ellos hasta que se encontraron en el agua y el agua los cobijó como si fueran dos gotas. Allí se explayaron, se divirtieron y lo tomaron en serio. Los hizo sudar el agua y el agua los liberó de su sudor. Sobre el agua iban y también venían sin cansarse de estar cansados, como presagiando que su cansancio iba a ser recompensado. Días fríos, aguas calientes, céfiros y ventiscas; dolores, certezas, dudas y chocolate caliente; tantas buenas cosas pasaron y malas también; pero siguieron yendo y viniendo, viniendo y yendo sin cansarse del cansancio porque podían descansar.
Cuando tuvieron que ser probados como par, la primera vez lo hicieron bien; la segunda, mejor; la tercera, mucho mejor; la cuarta, excelente; la quinta, extraordinario; la sexta, superlativo. Se vistieron de Argentina y a Helsinki se fueron y ahí, donde los pobres tienen yate, tuvieron que parapetar, con la ayuda de sus “enemigos”, su viejo bote pesado. Su séptima prueba era mundial. Botes al agua. En sus marcas-listos-ya. Los rusos, los franceses, los checos, uruguayos, el mundo quedó atrás. Gloria de Argentina y las medallas olímpicas de oro también. ¡Apoteósico! Gracias Capozzo y Gerrero.