Fontaine, Julia
Eran dos adolecentes. Se habían conocido en una tertulia, donde mostraban sus habilidades para amenizar la reunión cantando y tocando algún noble instrumento. Y finalmente el baile en donde los sueños podrían hacerse realidad. El y ella se habrían mirado furtivamente, la complicidad en los ojos y en la sonrisa había encendido un sentimiento nuevo y oculto.
Muchísimas veces se vieron así. Siempre rodeados de gente. Hasta que él se animó, le mandó una esquela, para encontrarse el Viernes, en la Plaza del Cabildo.
Ella respondió: “Quizás”.
El se llenó de dudas.
Al fin llegó el día tan esperado, era la mañana del viernes 25 de Mayo de 1810, toda la ciudad estaba alterada, menos dos personas que ajenas a todo solo ansiaban el momento de encontrarse.
Él la buscó por toda la Plaza Mayor, tan llena de gente como nunca, tanta exaltación y alegría. No la encontró.
Pasaron varios días hasta que se enteró que la familia había vuelto a España, y seguramente no retornaría hasta que volviera a reinar la paz, y el Virreinato del Río de la Plata fuera un lugar confiable y tranquilo para vivir.
Estaba naciendo la Patria y había muerto un amor.