García, Guillermo
El puente sigue levantado mientras la gente comienza a agolparse del lado de acá.
El puente levantado… ¿te acordás, Viejo? Hace ya quince años. Todavía te veo, la tarde previa, cuando le contabas a mi asombro de cinco años acerca del barco, el mar infinito, sus tormentas y luego la fábrica, las injusticias, las huelgas y esas otras tormentas… Al otro día, aquel 12 de julio del treinta, mientras yo todavía dormía, fuiste uno de los cincuenta y seis que, acá mismo, encontraron su destino. Sólo nos quedó de vos tu nombre -mal escrito- en alguna página de Crítica que los ojos arrasados de la Vieja se negaron a leer. ¡Si habré soñado, dormido y despierto, con ese momento!… La niebla helada, la inmóvil caída del tranvía, el estrépito acuoso colándose por las ventanillas, los cuerpos mudos… ¡Cruzaste tanto mar y no le pudiste ganar al Riachuelo!
El puente todavía permanece levantado pero la multitud ahora impresiona. ¿De dónde salieron? Casi sin querer busco tu cara entre los rostros. Sé que vos hubieras estado aquí. Y así te imagino. Hoy. Ahora. Conmigo. Con todos.
El puente, lento, comienza a bajar…
Cruzamos… Ahora sí… Cruzamos.